Principios rectores
Las poblaciones con las que FUNDAEC trabaja se conciben en términos diferentes a como usualmente las definen los proyectos de acción social, como conglomerados humanos desnutridos, agobiados de problemas y necesidades. Para FUNDAEC, la población es un recurso insustituible en el proceso de cambio autogestionario, el reto es ingeniarse métodos que le permitan expresarse en toda su dimensión.
Las ideologías dominantes del mundo, aunque alaban pródigamente al ser humano, finalmente lo convierten en objeto de manipulación de un mercado injusto o de un Estado deificado, en un consumidor insaciable de artículos y estímulos de placer o en participante incansable en las luchas por el poder. Esto ha llevado a una crisis mundial en la visión que se tiene del hombre y de la sociedad actual. Sin entrar en detalles ideológicos o religiosos, el grupo alcanzó un entendimiento común con respecto a los que se han identificado como los dos aspectos interactuantes en la naturaleza humana.
El primero, compartido con el reino animal, es producto de un proceso de evolución material que tiene la sobrevivencia como el objetivo básico. Aunque necesaria y útil, esta naturaleza, cuando se deja sin control, tiende a mostrar las características de una existencia inferior, marcada por la violencia, la crueldad y el egoísmo.
Tales características, que en el mundo animal no pueden juzgarse como buenas o malas, se pueden vencer, sin embargo, si a la verdadera naturaleza espiritual del hombre, plena de potencialidades infinitas de amor, justicia y generosidad,se le permite desarrollarse y regular a la primera. A pesar de todas las manifestaciones de crueldad y de injusticia que hay en el mundo, la naturaleza espiritual de cada ser humano puede, mediante un proceso de educación apropiada, florecer y dar paso a una civilización avanzada y próspera. Con sus programas FUNDAEC busca contribuir a esta nueva visión del ser humano.
El desarrollo definido en términos de ciertos patrones de “modernización” parece referirse exactamente a aquellos procesos que promueven el predominio de las ambiciones materiales del hombre sobre sus propósitos espirituales. Una de las manifestaciones de esta clase de progreso y de esta desequilibrada obsesión por la industrialización es la acelerada desintegración de la vida rural evidenciada en las últimas décadas. El análisis de los problemas rurales existentes y de la evolución histórica de los esfuerzos de desarrollo de la era de la postguerra, convenció a los fundadores de FUNDAEC de que esta falsa versión de la modernización no es sólo una meta inalcanzable sino también indeseable para la mayoría de la humanidad y de que la miseria en que se debaten las áreas rurales y las barriadas de muchas ciudades no es más que la consecuencia lógica de la quiebra de las ideologías sociales dominantes. Los programas de desarrollo de FUNDAEC se desenvuelven en un contexto de búsqueda de una sociedad científica y técnicamente moderna, pero con sus estructuras educacionales, económicas, administrativas, políticas y culturales basadas en el concepto de la naturaleza integral del hombre y no únicamente en sus necesidades materiales.
La capacidad de un pueblo de participar en la generación y aplicación del conocimiento es un componente esencial del proceso de desarrollo. Cuando se carece de las estructuras apropiadas para dicha participación, el conocimiento es fácilmente manejado en beneficio de los privilegiados de la sociedad, para responder únicamente a los intereses de las ideologías sociales predominantes que básicamente desconocen las necesidades y aspiraciones de los campesinos.
A los aldeanos del mundo les llega una tecnología que es el resultado del progreso científico aplicado a las condiciones de los grandes agricultores, cuya lógica de producción es completamente diferente de la lógica de las sociedades campesinas en el proceso de transición y/o desintegración. En su búsqueda de tales estructuras FUNDAEC concibió la Universidad para el Desarrollo Integral como el espacio para una interacción saludable de dos sistemas de conocimiento,uno moderno (con toda su sofisticación) y uno tradicional perteneciente a la gente de la región.
La investigación y la educación, los dos componentes principales de las actividades de la universidad, se conducen precisamente en el contexto de esta interacción cuidadosamente balanceada de los diferentes sistemas de conocimiento.
El desarrollo no debe ser un proceso en el que básicamente se imiten los así llamados “países desarrollados”. Con esta convicción, FUNDAEC entendió que estaba abordando un camino todavía no andado. Su tarea, entonces, sería más de búsqueda científica que de ejecución de un esquema con metas y objetivos determinados. Como resultado, se fueron implementando planes de acción, algunos muy sencillos pero siempre acompañados de un elemento de investigación y aprendizaje.
Las áreas rurales necesitan mucho más que las intervenciones acostumbradas en educación, salud, producción, infraestructura y organización. En todo el mundo las fuerzas de modernización han arrasado con las antiguas estructuras y organizaciones de las poblaciones campesinas, sin que unas nuevas las hayan reemplazado. FUNDAEC, por medio de la Universidad para el Desarrollo Integral, ha buscado conectar los diferentes procesos de la vida rural - producción, construcciones y reparaciones sencillas, mercadeo, desarrollo de los recursos humanos, socialización, flujo de información, adaptación y mejoramiento de tecnologías, cuidados de la salud y saneamiento, toma de decisiones - con las estructuras políticas, sociales, económicas y culturales correspondientes, dentro de un nuevo orden mundial que considera está llamado también a ser construido en esta difícil etapa de la historia de la humanidad.
Estos conceptos y principios han sido para FUNDAEC los fundamentos de un marco conceptual que se ha enriquecido a medida que a través de la Universidad para el Desarrollo Integral, se ha sumergido más y más en los procesos de investigación – acción y aprendizaje sobre la realidad de los pobladores de las regiones con las que ha comprometido su quehacer, marco que aparece reflejado en las metodologías desarrolladas, bien para la enseñanza, la investigación o la intervención social.