50 AÑOS DE IMPACTO : Tejedores de historias

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Mi nombre es Marta Inés Vergara Mesa. Soy Licenciada en Educación Rural del Centro Universitario de Bienestar Rural de FUNDAEC, así como psicóloga y neuropsicóloga. Vivo en Antioquia y crecí en una vereda de la zona rural, muy cerca de uno de los lugares donde comenzó el programa SAT en este departamento. En 1987, la Universidad Católica de Oriente, CORNARE y el Centro de Capacitación Regional de la Parroquia de El Peñol —que venía ensayando, desde hacía dos décadas, metodologías apropiadas para la educación rural— contactaron a FUNDAEC con el propósito de implementar la metodología SAT en el Oriente Antioqueño. Ese mismo año se realizó la primera reunión con FUNDAEC y representantes de diversas instituciones, en la cual se definió el plan de formación de tutores. En 1988, tras graduarme del bachillerato rural, participé en esta iniciativa como parte del grupo piloto.

Iniciamos el programa en cinco veredas, y pronto demostramos que el SAT respondía efectivamente a las necesidades educativas de jóvenes sin acceso a estudios secundarios, quienes, además, comenzaron a impulsar proyectos comunitarios. Tras una evaluación positiva, se firmó el primer convenio interinstitucional, lo que permitió ampliar la cobertura a 12 nuevos grupos y consolidar los ya existentes. En esta nueva etapa, me incorporé al equipo administrativo como evaluadora, sin dejar de ejercer como tutora, iniciando así un proceso de formación personal y profesional que incluyó los roles de tutora, coordinadora, evaluadora y estudiante de la Licenciatura en Educación Rural.

El SAT fue un programa que se desarrolló gradualmente en Antioquia, en convenio con diversas instituciones, durante aproximadamente 25 a 30 años. Alcanzó un porcentaje significativo de los municipios del departamento y benefició a decenas de miles de estudiantes de las zonas rurales. Además de preparar a los jóvenes para culminar su bachillerato, el programa tenía como eje central la formación de líderes dentro de sus comunidades. Fue una iniciativa que dio muchos frutos a lo largo de los años: alcaldes, líderes comunitarios, secretarios de educación y muchas otras personas que hoy en día participan activamente en el desarrollo de sus comunidades.

FUNDAEC me brindó algo profundamente valioso: la formación como Licenciada en Educación Rural. La pedagogía que hoy aplico en los distintos lugares donde he trabajado —universidades, colegios— se la debo a esa formación. Actualmente, soy docente del programa de Psicología en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Católica de Oriente, y lidero un proyecto denominado “Programa Pedagogos”. Su objetivo es acompañar a los estudiantes durante su primer año de formación, facilitando su adaptación y analizando los factores que inciden en su permanencia en la educación superior. Esta innovación surge de mi experiencia con comunidades rurales, donde, a través del SAT, comprendí que, aunque todos los estudiantes pueden alcanzar los objetivos de formación, no todos tienen las mismas capacidades ni destrezas, lo que genera ritmos de aprendizaje distintos que deben ser considerados.

Lo que hace diferente a FUNDAEC es uno de sus principios más fundamentales: la formación del ser. No se trata solo de formar grandes profesionales —eso viene como consecuencia—, sino de desarrollar a la persona de tal manera que descubra su fortaleza interior, su capacidad de liderazgo y su disposición al servicio de las comunidades. Aunque hablamos principalmente del servicio a comunidades rurales, yo diría que también en contextos urbanos FUNDAEC nos impulsa a hacer grandes cosas y, realmente, a formar para el desarrollo.

Hoy, al celebrar los 50 años de FUNDAEC —una fundación que amo profundamente y que me llega al corazón—, deseo con todo mi ser que continúe sirviendo a las comunidades y formando a los líderes del futuro. Estas nuevas generaciones son diferentes, y debemos prepararnos para ellas, al tiempo que reconocemos cuánto las necesitamos. Necesitamos nuevos alcaldes con proyección humana, personas con liderazgo en todo tipo de instituciones, capaces de mejorar los procesos de desarrollo de nuestras comunidades.

FUNDAEC tiene aún mucho por hacer con estas nuevas generaciones: jóvenes que creen en la naturaleza, en el cuidado del ambiente, y que pueden avanzar en esta dirección a través de los principios que promueve la fundación.